Explorando el bosque {Royce}

Con que este era el bosque prohibido... no le encontraba nada fuera de lo común. Aunque si esperas encontrarte con hadas, unicornios y mariposas de colores, puedes llevarte un gran fiasco. Sin embargo yo esperaba encontrar criaturas extrañas y oscuras y no me había decepcionado. Había pasado sin hacer ruido debajo de varios nidos de Doxys, había visto a lo lejos a algunos centauros y por lo que había oído, en la zona rocosa del bosque vivía una colonia de acromántulas. Me daba curiosidad ir a fisgonear por ahí, de no ser por un pequeño detalle: detesto a las arañas y verlas en tamaño gigante no era una buena idea.

Escuché pasos cerca y susurré débilmente "Nox". Posiblemente era el híbrido ese, Hagrid, y seguro me metía en problemas si me encontraba ahí. Aunque siempre podía hablar en alemán y fingir que no entendía absolutamente nada, no sería nada bueno que estas cosas constaran en mi impecable expediente. Me oculté pegando mi espalda lo más que pude a un árbol cercano, esperando ver pronto a aquel misterioso personaje que se aventuraba por estos lugares y a estas horas.

Contemplaba el lago tirado en el césped, tramando algún plan para convencer a ese grupito de estúpidos de Hufflepuff con los que me había cruzado hace rato de que se acercaran a las Artes Oscuras. Con las chicas era más sencillo, pero los chicos eran harina de otro costal. Y no se fiaban mucho de las palabras amistosas de un Slytherin. La noche empezaba a caer sobre el lago. Eché un vistazo alrededor, y reparé en una luz cerca del bosque prohibido. Una luz de varita...

Me incorporé y me acerqué caminando a paso ligero al bosque. Si era un alumno de primero o segundo podría amedrentarle y asustarle un poquito. Para luego aparecer como su salvador y que confiara en mí, claro. Al aproximarme a la luz, de repente, esta se apagó. Pero ya me había dado cuenta de dónde provenía esa luz, o al menos el lugar aproximado.. Sonreí con malicia y saqué la varita. "Bombarda" pensé, ejecutando un hechizo no verbal, mi especialidad. Se produjo una explosión cerca de donde intuía que estaba esa persona, aunque lo suficientemente lejos para que no le causara daños.

El ruido se detuvo y por un instante pensé que me había librado de una buena... yo sabía que no era buena idea cantar victoria antes de tiempo, así que permanecí escondida, esperando que algo más pasara... pero sólo había silencio. Y eso me daba mala espina.

Estuve a punto de acercarme hacia el lugar donde se había detenido el ruido, cuando vi un rayo de luz que venía hacia donde yo estaba... con un ágil movimiento me alejé de ahí justo a tiempo para evitar que el hechizo me alcance por poco. ¿Quién habría sido el malnacido? ah, no... ¡pero esta sí que me las pagaba! traté de ubicar con la vista el lugar desde donde había visto venir la luz y pensé "Desmaius", mientras de mi varita salía un potente resplandor que debería dejar inconsciente al idiota o a la idiota que me había atacado.

Observé la pequeña explosión desde la oscuridad, aunque me sentí algo frustrado al ver que nadie gritaba o salía corriendo. Fuera quién fuera, desde luego era duro de pelar. También podía ser que le hubiera pillado por sorpresa y el hechizo no le hubiera dado tiempo a gritar. Lástima entonces, las heridas no habría quién se las quitara.

Avancé un poco, justo cuando noté un rayo de luz roja que pasaba a pocos centímetros de mí. "Hechizo aturdidor" analicé rápidamente. Y sin una palabra, por lo que mi oponente no era cualquier estúpido estudiante. Me dejé caer pesadamente al suelo casi al momento, con un ruido seco. Aferré mi varita con fuerza, esperando que el extraño se acercara a ver si me había derribado. La táctica zarigüeya siempre funcionaba y hacía que el oponente se confiara.

Un golpe seco. Pero no me confiaba. Tanto andar con Royce y Soph me habían vuelto demasiado paranoica... si fuera cualquier estudiante idiota, no habría problema, pero resulta que estaba en el bosque prohibido y estudiantes idiotas no son cosas que precisamente abunden aquí... hay infinidad de bichos y seres raros merodeando por aquí y mejor asegurarse antes de meter la pata.

Suspiré mientras pensaba que si la otra persona fingía haber caído, yo le mostraría mi ubicación usando un Lumos, así que estaba descartado. Y lanzar otro hechizo sería contraproducente porque también delataría mi ubicación. Entonces una idea macabra cruzó por mi mente y susurré en pársel... el bosque estaba lleno de serpientes que podrían averiguar la identidad de mi atacante sin que yo corriera peligro alguno... además probablemente ese idiota le tema a las serpientes, como casi todos en este patético colegio.

Me quedé muy quieto, al tiempo que me mantenía atento por si el desconocido se acercaba. Pero no parecía aproximarse. Contuve la respiración durante un momento agudizando el oído y manteniéndome alerta. Sin duda era un oponente formidable.

De repente, sentí un cosquilleo en mi pierna derecha, y un escalofrío me recorrió de parte a parte, erizando los pelos de mi nuca. Serpientes... Una pitón se deslizaba por mi pierna derecha. Bueno, al menos había tenido suerte en ese aspecto. No tenía por qué preocuparme de que me mordiera, ya que no tenía veneno. Pero sí tendría que estar atento a que no me rodeara con sus anillos.

Una idea surcó mi cabeza... Si la serpiente tenía algo que ver con ese extraño podía intuir qué demonios estaba pasando. No había mucho estudiantes capaz de dominar a las serpientes. Y dudaba que el Señor Tenebroso estuviera por allí en ese momento. Sonreí levemente y me incorporé sobre los codos. La serpiente seguía deslizándose sobre mis piernas, y me preocupé en mantener la cola y la cabeza controladas.

-Un movimiento más y mato a tu amiguita -dije en voz audible alzando la varita y apuntando a la serpiente.

Silencio... un maldito silencio que me preocupaba, pero no duraría mucho. Mis informantes no tardarían mucho y podría saber quién había tenido la osadía de atacarme... y juro por el Señor Tenebroso que le va a ir mal, muy mal.
Esperaba algún susurro o algo parecido que me indicara que mis bebés tenían todo bajo control, pero nada... esto ya me empezaba a asustar.

Hasta que de repente escuché una voz que yo conocía de sobra y casi instantáneamente una enorme sonrisa se dibujó en mi rostro: Royce... debí de haberlo imaginado, mi oponente no era un estudiante cualquiera... por eso es que el muy tonto casi me mata... pero ya iba a ver...
"Lumos" susurré, iluminando el lugar y acercándome a él con una sonrisa retadora - déjala, Royce, no te ha hecho nada... la estás asustando - murmuré mientras lo miraba de pies a cabeza y mordía mi labio inferior sin ningún tipo de vergüenza. Susurré un par de cosas en pársel, asegurándole a mi pequeña amiga que nadie la dañaría... tenía una pequeña debilidad por las serpientes... ¡las amaba tanto!
Puse mi mano izquierda en mi cintura, en una pose coqueta mientras que con mi mano derecha sostenía mi varita e iluminaba el lugar. No estaba preocupada, sabía que Royce no me haría nada, pero de cualquier forma se podía sentir cierta tensión en el ambiente.

Sonreí al conseguir que Linna se mostrara finalmente. Había intuido que se trataba de ella al ver el comportamiento de la serpiente, pero aún así no estaba seguro. El lugar se iluminó dejándome ver la atractiva figura de la muchacha.

-Como tú digas -dije sonriendo y encogiéndome de hombros cuando pidió que la dejara. "Wingardium Leviosa" pensé ejecutando el hechizo, y la serpiente se elevó apenas dos metros para después caer sobre un manto de hojas secas. Seguro eso iba a enfurecer un poco a la serpiente, pero Linna sabría calmarla, si es que apreciaba la vida del reptil.

No me pasó desapercibida la mirada que me dirigió, sin ningún tipo de disimulo. Aunque no me pillaba de sorpresa, ya que había visto a varias chicas que me miraban así, aunque la mayoría lo hacían con disimulo, o al menos lo pretendían. Linna no se cortaba un pelo, y eso me gustaba.

-Baja un poco la intensidad de la luz o atraeremos algo más que serpientes -pedí señalando su varita. Me levanté con parsimonia, sacudiéndome el uniforme.

Royce era un bruto cuando se trataba de interactuar con las serpientes... ¿cómo diablos se le ocurría hacer algo así? La pobre serpiente cayó e inmediatamente se puso en actitud agresiva, pero la tranquilicé con un pequeño siseo. Le hablé con dulzura y le expliqué que nuestro acompañante era un poco brusco, y que lo mejor era dejarlo en paz o no dudaría en atacarla y ella saldría perdiendo. Le agradecí por todo y ese reptil tan hermoso y extraordinario se alejó siseandome unas dulces palabras.
Miré a Royce con aire retador - son serpientes... no sangresucias... podrías ser un poco más amable - dije mientras me acercaba a él, bajando la intensidad de la luz de mi varita - me habían dicho que el bosque tenía criaturas interesantes y veo que no me han mentido... eres de lo más interesante que he encontrado en mi paseo - le dije en tono coqueto y descarado mientras los dedos índice y medio de mi mano izquierda caminaban juguetonamente sobre su pecho y luego apuntaba a su nariz con mi dedo índice, con una sonrisa maliciosa y divertida.

La serpiente tomó una actitud amenazadora y alcé mi varita por si se le ocurría atacar. Pero finalmente Linna la calmó, tal y como yo esperaba. Eran sumamente atractivos y seductores esos susurros en pársel, y sonreí levemente.
Me encogí de hombros con aire divertido ante su mirada retadora cuando dijo que eran serpientes y no sangresucias -Querida, si un sangresucia se hubiera enroscado en mis piernas te juro que no viviría para contarlo -sonreí guiñándole un ojo.
La miré de arriba a abajo con descaro y solté un silbidito de admiración cuando se fue acercando a mí. Me mordí el labio inferior cuando dijo que yo era de lo más interesante que había encontrado en su paseo -Tú siempre tan directa -susurré con tono seductor en su oído, al tiempo que apartaba su mano de mí, juguetonamente- me encanta -añadí rozando el lóbulo de su oreja derecha con mis labios.

Bueno, sí... Royce tenía razón, si hubiera sido un sangresucia hubiera muerto lenta y dolorosamente y seguramente yo habría ayudado a Royce a aniquilarlo. Esa escoria merece morir.
Sonreí complacida cuando me miró descaradamente, ninguno de los dos tenía reparo en mostrar la atracción que sentía por el otro y eso, de cierta manera, me gustaba. Yo nunca me iba con rodeos y Royce tampoco... así que simplemente: si nos gustaba algo, lo tomábamos y ya. Simple y sencillo. No sé por qué todos se complican la vida.
Lo miré maliciosamente cuando dijo que le encantaba que yo fuera directa - lo sé, cariño... soy encantadora - dije con cierto aire arrogante y provocatico - y también puedo hacer cosas que te encantarían - le susurré al oído, mientras pasaba la lengua por el contorno de su oreja. Los dos jugábamos el mismo juego.

Sonreí al comprobar que Linna no me iba a la zaga. Podía ser tan descarada y directa como yo, y eso, a decir verdad, facilitaba mucho las cosas.
Pasé mi lengua por mi labio superior manteniendo constante mi respiración cuando Linna susurró a mi oído y lamió mi oreja.
-De eso estoy seguro -murmuré con voz ronca cuando dijo que podía hacer cosas que me encantarían. "Royce, te estás quedando atrás" me dije a mí mismo. Separé mi rostro del suyo, mirándola con una sonrisa provocativa y seductora. Pasé un dedo por su cuello provocativamente, y lo subí hasta sus carnosos labios, acariciándolos.
-Parece que no me puedo aburrir nunca contigo por aquí -reí suavemente, mientras pasaba la otra mano por mi nuca, frotándola distraídamente.

Solté una pequeña risita maliciosa cuando dijo que estaba seguro que podía hacer cosas que le encantarían... ese jueguito que teníamos era de lo más excitante y divertido, sobre todo porque ambos éramos un par de descarados y lo hacíamos por el simple gusto de pasar un rato agradable.
Una sonrisa juguetona se dibujó en mis labios mientras él los acariciaba, no podía negarlo, Royce me atraía mucho.
- Diversión es mi segundo nombre, cariño - le dije coqueta - ah no, perdona... es el tercero... el segundo es peligro - dije en tono seductor mientras acariciaba su mejilla y lo miraba fijamente a los ojos.

Reí cuando dijo que diversión era sus tercer nombre, porque el segundo era peligro.
-Peligro y diversión juntos... -murmuré clavando mis ojos en los suyos, con una mirada elocuente- Demasiado atractivo como para rechazarlo -dije guiñando un ojo pícaramente. Coloqué mis manos en sus caderas, atrayendo su cuerpo hacia el mío, despacio pero con firmeza.
Sin ningún tipo de reparo, acerqué mi rostro al suyo, y tomé su labio inferior entre los míos tirando de él suavemente, de manera juguetona, al tiempo que mis labios se curvaban en una sonrisa maliciosa.
Lo solté a los pocos segundos y la miré de manera retadora, alejándola un poco de mí, con mis manos aún en sus caderas.

Me mordí el labio inferior cuando me guiñó de esa forma y me atrajo hacia él. Así que él iba a empezar el juego, bien entonces, veremos qué carta juega esta vez.
De acuerdo, ese acercamiento sin duda me había dejado con unas ganas locas de besar sus labios, pero no iba a dejarle el sabor de la victoria, no señor...
Sonreí maliciosamente cuando me apartó de él y relamí mi labio inferior de forma lenta y provocativa - vaya, Royce... te conformas con poco - dije mientras daba un paso, para acercarme a él - te imaginaba más osado... yo, por ejemplo, siempre tomo lo que quiero... es mejor pedir disculpas que pedir permiso - le dije en tono malicioso antes de colocar mi mano en su nuca y acercar su rostro al mío para besarlo a mi antojo.

Reí suavemente cuando dijo que me conformaba con poco y negué con la cabeza. Lo cierto es que esperaba mucho más, pero tenía primero que ir tanteando. Sabía que podía ser totalmente directo con ella, pero jugar un poco no le vendría mal a ninguno, ¿o sí? En fin, qué más daba, al final conseguía todo lo que me proponía. Y ella no era una excepción, desde luego.
-Ya veremos si me conformo con poco o no -dije ladeando mi rostro y mirándola pícaro.
Dejé que me acercara a ella y que controlara la intensidad del beso. Ya habría tiempo para que yo controlara la situación, pero la dejaría un rato a ver qué era capaz de hacer. Sonreí contra sus labios, separando los míos para dejarle acceso a mi boca y dejando mi lengua a su entera disposición. Estar con Linna era sinónimo de pasar un buen rato, ya que la chica sabía perfectamente lo que hacía, y me temía que ya me conocía lo suficiente como para saber tratar conmigo.

Me encantaba que Royce se pusiera en plan misterioso, aunque francamente no le quedaba. Hacía tiempo que su mente había dejado de ser un misterio para mí; él, Sophie y yo éramos tan parecidos que hasta daba miedo, así que podía adivinar de alguna forma hacia dónde iba su juego... y si era yo quien marcaba los límites, decidía entonces no ponerlos.
Jugué con sus labios y su lengua a mi antojo y como me vino en gana. Si él no hacía nada era su problema, no el mío. Me aparté de él, relamiéndome divertida mientras lo miraba con malicia - ¿y bien? si no te gustó puedo intentarlo de nuevo - dije coqueta y acariciando nuevamente sus labios con los míos, en un ademán totalmente provocativo.

Dejé que jugara con mis labios y mi lengua todo lo que quisiera, sin poner ninguna resistencia, dejando que ella tomara el control. Sonreí cuando se partó de mí y la miré fijamente. No pude evitar una risita maliciosa cuando dijo que si no me había gustado podía intentarlo de nuevo.
-¿Quién dijo que no me ha gustado? -sonreí mordiéndome el labio inferior. Volvió a acercar sus labios a los míos, y yo los aparté con malicia, esquivándolos juguetonamente, al tiempo que mis manos se empezaban a colar traviesamente por dentro de su camisa, acariciando directamente su piel.

Sonreí cuando preguntó que quién había dicho que no le había gustado. Royce era un hueso duro de roer, pero no tanto como yo. Decidí no responder a su comentario, ya que indirectamente me estaba diciendo que sí le había gustado y eso era un punto para mí, aunque él no quisiera aceptarlo. Pero estaba bien.
Apartó sus labios de los míos y empezó a acariciar mi piel por debajo de la camisa. Solté un pequeño suspiro al sentir sus manos y lo aparté un poco, haciendo que retrocediera hasta que quedó arrinconado contra un árbol. Sonreí con malicia y susurré en su oreja - estamos casi a las afueras del bosque... podrían encontrarnos - antes de empezar a morderla de una forma que sabía que lo enloquecería. Me aparté y lo miré con malicia - y eso lo hace tan excitante - murmuré mientras desabrochaba lentamente el primer botón de su camisa. Iba a torturarlo... un poquito.

Sonreí cuando me empujó levemente hasta que mi espalda topó con un árbol. Así que pretendía arriconarme, ¿no? La miré con malicia -Más vale que no nos encuentre nadie, o lo pasará realmente mal -dije cerrando los ojos y mordiéndome el labio con algo de fuerza cuando mordisqueó mi oreja.
Mis manos siguieron jugando debajo de su camisa, cada vez más arriba. Noté que sus manos empezaban a desabrochar el primer botón de mi camisa y sonreí. Bajé mis manos hasta sus caderas y la hice girar con un movimiento rápido, haciendo que ella quedara ahora arriconada contra el árbol.
Sin pedir permiso mi boca se dirigió a su cuello, lamiéndolo y mordisqueándolo seductoramente.

Estaba de acuerdo con él... si a alguien se le ocurría interrumpir, se arrepentiría de ello el resto de su vida, ya que ni Royce y yo conocemos el significado de la palabra "compasión". Aunque eso no importaba en este momento; lo único que me importaba era la forma en que sus manos jugueteaban debajo de mi blusa, dejando placenteras caricias. Bajó sus manos hacia mis caderas y pensé que me acercaría a él para besarme, pero me confié y ahora la que estaba atrapada entre el árbol y el, era yo. Sonreí con malicia mientras sentía cómo su boca empezaba a dejar placenteros mordiscos por mi cuello.
- Así que la atrapada soy yo, ¿eh? - murmuré entre suspiros - de acuerdo... tú ganas, me rindo... puedes hacer lo que quieras conmigo - le dije con notoria malicia.

Escuché sus palabras y sonreí, sin apartar mi boca de su cuello -Te rindes muy fácilmente -sonreí con malicia, pegando mi cuerpo al suyo arriconándola aún más contra el árbol. Solté una breve risita cuando mencionó que podría hacer lo que quisiera con ella- Así que tengo tu permiso, ¿eh? -musité con una sonrisa malévola.
Eché un ligero vistazo alrededor, para cerciorarme de que todo estaba bien. Volví mi vista a sus ojos, y me relamí el labio superior seductoramente, mientras mis manos dejaban sus caderas y empezaban a subir por su abdomen, prácticamente manoseándola sin ningún tipo de pudor. La miré coquetamente, mordiendo su labio inferior con suavidad, pero con voracidad.

Sonreí cuando lo escuché hablar - no es que me rinda fácilmente, guapo... es que sé cuándo me conviene dejar de luchar... es de sabios dar un paso al costado cuando es necesario - murmuré acariciando su rostro, mientras sentía su cuerpo aprisionar al mío - y digamos que en este caso, me provoca rendirme... - murmuré mientras acariciaba sus piernas con las mías. - Claro que tienes permiso... aunque ya te dije que yo prefiero pedir disculpas - reí mientras sus manos acariciaban mi cuerpo como le venía en gana y yo no podía hacer menos que disfrutar el momento, mientras mis manos hacían lo mismo con él... tanto él como yo sabíamos cómo acabaría esto, así que ¿para qué tanto preámbulo?

Reí levemente cuando dijo que sabía cuando le convenía dejar de luchar- Eso querida, guarda fuerzas -dije sonriendo con malicia. No solía jugar con la comida antes de comérmela, pero de vez en cuando era divertido hacerlo. Y sobre todo cuando tenía alguien enfrente que estaba a mi nivel.
Sus caricias con las piernas me hizo estremecerme levemente, y pegarme algo más a ella para que continuara con ese roce tan provocativo.
-Pero yo no pido nunca disculpas -dije enarcando una ceja ante su comentario, y como muestra de ello, mis manos siguieron subiendo por su torso hasta acariciar sus pechos por encima de su sostén, con una sonrisa completamente pícara. Rápidamente las volví a bajar, hasta llegar a los pliegues de su blusa, jugueteando con ellos y subiéndola un poc, dejando a la vista apenas unos centímetros de su piel.

No pude evitar soltar una carcajada cuando me dijo que guardara fuerzas - no, cariño... no voy a guardar fuerzas... voy a emplearlas en otras actividades más productivas - le dije en un tono bastante provocativo y coqueto. Lo que me gustaba de estar con Royce es que ambos siempre teníamos una frase ingeniosa con la cual responder los comentarios del otro. Si tenía una idea de los chicos ingleses, definitivamente Royce rompía todos mis esquemas... y me volvía loca.
Noté que se estremecía con mis caricias así que continué, asegurándome esta vez de rozar suavemente su entrepierna con mi rodilla. - Ya lo sé, por eso es que no las espero de ti... - dije refiriéndome a las disculpas, mientras sentía cómo pequeñas corrientes eléctricas recorrían mi cuerpo justo en el lugar por el que sus manos pasaban.